Uno instala una ADSL en su casa y automáticamente piensa que es como el agua corriente o la electricidad: siempre disponible y sin problemas. Pero llega un día, sobre todo cuando se vive alejado de las grandes urbes, como en mi caso que ésta linea tiene interrupciones. Como los apagones de la electricidad. Y eso es lo que me ha pasado.
Cuando se va la luz uno va a la calle a ver cómo están las farolas y como mucho se consulta al vecino de turno si a él le pasa lo mismo. Eso no lo hacemos con la ADSL. Revisamos el ordenador, las configuraciones complejas, reiniciamos el router, incluso si eres atrevido te atreves a mirar un poco si ha pasado algo en toda su parametría, ejecutas el asistente técnico de Telefónica... y al final, nada, sin solución.
Y te quedas sin correo electrónico, sin poder escribir los artículos del blog, sin la vía de comunicación con familiares o amigos y con la sensación de estar incomunicado del mundo. ¡Que cosas!
Cómo hemos cambiado en unos pocos años, ¿verdad?
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