martes, 20 de julio de 2010

San Martín de Valdeiglesias

Uno llega a este pueblo por amor a una mujer y por amor a ella sigo aquí. Y van 10 años. A ese amor comprensible se le une ese otro amor extraño que es el que ha hecho que esta tierra y sus gentes me hayan hechizado y que me sienta feliz aquí.
Es dificil entender, al menos para alguien de ciudad, que uno esté tranquilo teniéndo HiperTal e HiperCual a unos 45Km el más próximo o que el Hospital esté a unos 40 minutos por la ahora autovía sin bajar de los 120 km/h.
¡Pues sí! Al final descubres que sí que se puede ser feliz.
Uno sale de Madrid hacia la carretera de extremadura, la N-V, y va siendo envuelto del tipico paisaje urbano, que se va diluyendo cuando sobrepasamos Villaviciosa de Odón. Entre este pueblo y Brunete, la naturaleza nos anticipa un parque natural que nos hace pensar en maravillosos bosques, pero no , ya llegando ese ultimo pueblo el paisaje se torna "castellano": enormes eras, casi sin arbolado, que rebosarán de cereal en el mes de Junio. Eso si la especulación inmobiliaria es respetuosa, claro.
Serpenteamos por la autovía y esas eras se tornan dehesas. Esto si que empieza a ser interesante. Tenemos ahora las eras que teníamos antes pero salpimentadas de arboles, arbustos, matas... Es fácil ver algun ganado: toros, caballos... y en ese paisaje nos mantenemos hasta que la autovía se convierte en simple carretera.
Tras pasar Navas del rey, a nuestra izquierda, una punta de bosque de pinos nos avisa de lo que nos espera a continuación: el cambio radical del paisaje en un solo giro de carretera sería casi brutal si no fuera porque la huella de los incendios ha dejado su rastro en el paisaje. Ya tenemos olivares, pinares... esto ha cambiado.
Descendemos lo que nosotros llamamos "puerto" hasta el nivel del rio donde la naturaleza aquí ya es salvaje. Un día de invierno podríamos ver a los corzos o a los jabalies bajar a beber.
La garganta de montañas en 500 metros se cierra y se vuelve a abrir, ahora en todo su esplendor: aunque estamos en Pelayos de la presa, éste es el entorno en el que vivo.

Con pinos, olivos y viñas.
Con el único pantano navegable de la Comunidad de Madrid, con casi 28 Km de playas y 3 puertos deportivos.
En un pueblo que en Invierno, cuando sólo somos unos 7000 habitantes, casi nos conocemos todos.

Atravesado Pelayos y ya a la altura de los Bomberos, al frente está San Martín. En lo alto de una loma. Nos saludan la Iglesia y el Castillo que al acercarnos van desapareciendo como si quisieran esconderse y provocar un infantil juego del escondite.

Para descubrir estos y otros secretos de "mi" pueblo, tendras que venir en persona.

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