Lo de que yo vea películas durante mi jornada laboral es una cosa popular e incluso me aportan películas para mi deleite. Jajaja, si.
A los hijos de una amiga les gusta el cine japònes y el manga y les encargué dos peliculas que estaba seguro que tenían en su casa: "El castillo ambulante" y "La princesa Mononoke" de las que sólo había podido disfrutar en su llegada a España o en algún pase raro del cine del pueblo.
En un par de días ya tenía aquí esas dos películas.... ¡que maravilla!
Bueno... ¡y seis o siete más! Todas de tiros. El mejor remedio cuando necesito un poco de marcha: Transporter, Pulp Fiction, Desde París con Amor....
En mi ordenador suenan cosas diferentes a las que estan todos acostumbrados y es fenomenal.
Me encanta ver la cara que ponen los niños cuando ven que en mi ordenador corre, durante las primeras horas de la tarde, una de dibujos. Miran la pantalla y luego me miran a mí, evaluando mi edad y sonrien:
- ¡Qué! ¿No me pueden gustar a mí también los dibujos compo a ti?
Y es verdad. Crecí leyendo los comics de Bruguera fascinado por Moradelo y Filemón entre otros. Más tarde me quedé con la colección de comics del Capitán Trueno y de Roberto Alcázar de mi vecino, unos años mayor que yo.
Por la tele, con sólo dos cadenas, disfrutábamos de montañas de dibujos variados: personajes de la factoría de Hanna-Barbera, de los de Terry-Toons y por supuesto todos los de la Warner Bros.
Luego llegaron los dibujos japoneses como Heidi (donde participó Miyazaki, por cierto), Marco, Mazinguer-Z...
Ya expliqué en otro artículo mi pasión adolescente por Milo Manara ó Jodorowsky y Arno, pero también sentía verdadera pasión por Hergé y su Tintín. Incluso disponía de casi todos los ejemplares de Astèrix, incluyendo alguno raro como Astérix y las Nucleares elaborado con recortes combinados de varios álbumes y con el permiso de sus creadores.
Enfín, una vida rodeada de dibujos. Y eso sigue igual.
Ahora una legión de cadenas inundan de dibujos animados las pantallas de nuestros televisores y hay de todo, bueno y malo, raro y más raro, aunque... ¡mas rara era una abeja parlanchina como Maya o Yogui, el oso glotón de Jellystone!
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