Tormenta

Cada vez que nos levantamos por la mañanita, con el nuevo día, es un nuevo reto y una nueva oportunidad para avanzar y ser mejor, pero ¿qué pasa cuando el día se va torciendo y torciendo?

Mi experiencia vital hace que afronte estos "varapalos" elegantemente y sin inmutarme demasiado, lo que ocurre es que a veces ya no doy más de si y hoy, ahora, es uno de esos momentos.

¿Cuantas veces me han dicho NO en mi vida de comercial? Infinidades, y yo me reponía y afrontaba un nuevo cliente con ánimo y valentía. Me va la lucha cuerpo a cuerpo, y tras el combate, sé lamerme las heridas.

Y es que ya no puedo más.

Es como si en un barco en plena tormenta yo tuviera que llevar el timón, manejar los motores, atender la cantina, además de limpìar y barrer. Y si a eso sumas que da la sensación de que a nadie le importa "un pito", pues como que muy mal.

Normalmente lo llevo bien, pero es que hoy se me han juntado unas cuantas cosas todas juntas.

Miro para adelante y sólo veo soledad y si miro un poco más allá, también.

Hoy volveré a casa y haré como cada noche, un largo rato de evasión televisiva con mucha violencia. La que yo debería descargar sobre algo y que nunca hago.

En fin. Hoy tocaba la crónica de un mal día y eso es lo que hay, y ¡ojo! que aún no ha acabado.... la verdad es que casi prefiero que todo se junte en un sólo día. Si.

Hoy me voy a llevar a casa una botella de vino para acompañar mi cena. Eso siempre me va bien, como una buena ración de chocolate, porque de esto último ya mo me queda nada. Una cena ligerita, una copa de vino, la llamada telefónica demi hijo que está de viaje por Navarra, acuesto a las niñas y televisión: un buen plan para lo que me queda de día.

Y... ¡mañana será otro día!