martes, 25 de enero de 2011

Las seis diferencias

Ya he comentado más de una vez que las paredes que me cobijan son un verdadero privilegio de mas de quinientos setenta años y no me canso de mirárlas, tocarlas y sentirlas muy dentro de mí.

He escrito muchas veces sobre el castillo. Es más, hace pocos días también lo hice y es que el tema me parece apasionante y sugerente.

Vivo este privilegio naturalmente y sin ostentación. Con normalidad. Aunque, cual gigantesco juego de las diferencias, éstas paredes me proponen un día si y otro también, este clásico pasatiempo infantil.

¡A ver! ¿Quien tiene una casa con paredes y techos hechos con granito y argamasa de tres metros de grosor? ¡Levantad la mano!..... ¡Huy! ¡Que poquitos veo!

Bueno pues eso es toooooda una experiencia del tipo "Expediente X".

Os voy a plantear ese mismo juego de las diferencias que éste castillo me plantea a mí cada día. Bueno, antes una premisa: esto está totalmente rehabilitado y preparado para soportar estoicamente seiscientos años más y además no podemos hacer nada que no autorice Patrimonio, ni mirar las paredes con el ceño fruncido. Vamos, que es imposible colgar un cuadro.

Al juego:
  • ¿Donde encuentras tu una broca para atravesar un muro de tres metros? ¿Eh?
  • ¿Cómo pasas los cables por la pared, de un lado a otro, sin tocar las piedras?
  • Hay que hacer casi espeleología para llegar a alguna ventana, eso si cabe tu cuerpo.
  • Las ondas de la TDT no las consiguen atravesar, al menos aquí.
  • Después de un día de lluvia el agua sigue cayendo por las gárgolas durante, al menos, dos días más. Las últimas gotas tardan dos segundos y veintiocho centésimas en hacer su recorrido hasta el suelo.
  • La temperatura interior es bastante más estable: no menos de trece grados y no más de veintitres, mas o menos.

Hay más detalles... cosas de la hiedra, el musgo de la cara norte... vamos, que no es una casa normal como las de casi todos los mortales. Todo eso sin contar que si se funde una bombilla en el Salón Principal sólo unos cuantos elegidos se suben a una escalera de siete metros y lo hacen casi con arnés de seguridad, como si fueran los trapecistas del circo.

Que cosas tiene este castillo ¿verdad?


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