jueves, 30 de septiembre de 2010

La Cabina

El móvil mató a la cabina de teléfonos, al menos eso dice telefónica. Y es verdad.
Yo fui usuario de ellas de forma habitual, en calles y plazas, en bares y restaurantes y ya ni me acuerdo de cuándo fue la última vez que hice uso de ellas. Ahora mi móvil me acompaña, cual pareja de hecho, en cualquier actividad que emprendo, laboral, de ocio, deportiva...
¿Y cómo me he dado cuenta de lo de las cabinas? Pues porque una de las cabinas de mi pueblo ya no tiene teléfono. Está la cabina, eso sí, como un recuerdo de épocas pasadas para comentar a tus hijos, pero ahora sólo sirve para guarecerse de la lluvia. Es una sensación extraña.
Un día, seguro que alguno de mis hijos me preguntará qué era eso y yo, como un vejete, le contaré que antes no existían los móviles, que muchas casas no tenían ni teléfono cuando yo nací y que eso era el soporte de un teléfono de uso publico comúnmente utilizado. Y quedará sorprendido. Seguro.
¿Alguna cabina más así aparte de la de San Martín de Valdeiglesias? Si no hay más la deberíamos dejar como resto arquitectónico, cultural y turístico:
- En este pueblo podemos visitar un castillo del siglo XIV y una cabina telefónica de finales del siglo XX.- dirán los guías turísticos
Y fijo que los japoneses harán unas bonitas fotos.
Cuando pueda le hago una foto a la de mi pueblo para que conste en las guías turísticas.

1 comentario:

  1. Reflexión muy acertada... yo me di cuenta de esto un día que mi móvil se quedó sin batería en un barrio residencial de madrid; ni un sólo teléfono público encontré. De todas formas, estoy convencido de que, con una hipotética caída de nuestra 'civilización', los condenados a desaparecer serán los cada vez más cibernéticos aparatos portátiles; el resto del mundo mantiene aún muy viva la red de teléfonos fijos, sin necesidad de satélites ni antenas. Y ahí seguirán aún cuando esto se convierta en el 'planeta de los simios'!

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