Las lluvias de la tarde, antes diarias, del mes de septiembre nos aproximan al Otoño. Me encanta ver llover y cuando, antes, cerca de la chimenea, observaba el caer del agua, para mi era un precioso espectáculo. Sólo tiene ahora chimenea la casa de mi suegra y ella tira cada vez más de radiadores eléctricos. No es lo mismo pero para mi sigue siendo un espectáculo digno de ver, sobre todo cuando rayos y truenos iluminan y hacen temblar hasta las paredes.
Las lluvias de Otoño son la antepuerta de las actividades extra de mi familia. Extra escolares para los más pequeños, como fútbol, padel, natación, música y danza... extra laborales para los adultos: reuniones de los consejos escolares, música, cursos....
Me encanta esta normalidad hiperactiva que se puede llevar a buen puerto cuando vives en un pueblo donde los tiempos de desplazamiento de un lugar a otro son despreciables incluso cuando vas a pie.
Este año el uno de octubre cae en viernes y ese es el primer día de todas esas cosas: el horario del colegio se normalizará después de la jornada acortada de este mes, casi todos mis vecinos habrán vuelto de sus vacaciones y todo lo que se paralizó por ese motivo y por las fiestas patronales, volverá a ponerse en marcha. Cada año lo mismo. Siempre igual.
Los arboles con los que convivimos empezarán a amarillear y con el frio, las hojas secas inundarán todos los rincones de calles y plazas. Tendremos que empezar a abrigarnos, aunque no demasiado a las horas centrales del día y en cuatro días podremos ir a recoger castañas por El Tiemblo o Casillas.
Me encanta vivir aquí y compartir todo esto con mi pareja y mis retoños.
Refugio en el Castañar de El Tiemblo |
ese maravilloso otoño que nos salva del ahogo del verano y nos previene de la crudeza del invierno. La epoca hermosa en la que pasear por el campo es una delicia... de tu mano amor
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