Hoy mi pareja ha recibido una carta, cosa por otro lado muy habitual. Facturas y bancos forman un grueso importante de correspondencia a la que esporádicamente se unen los catálogos y herramientas publicitarias de muchas empresas. Un par de suscripciones a alguna revista completan nuestra correspondencia habitual y periódica.
¿Que tiene de especial la carta de hoy? Pues en principio nada: una carta corriente. Si. Lo que pasa es que es de Google España.
No tiene nada de particular, un vale de promoción para contratar publicidad con ellos. Una promoción como otra cualquiera.
Lo que me ha hecho pensar en escribir es mi primera reacción. Cuando abrí el buzón y entre otras cartas apareció su logo a colorines tuve una reacción de incredulidad:
- ¡Si Google sólo existe en Internet! -
Si, ese fue mi primer pensamiento. Una empresa del cyberespacio aparecía en mi mundo real y tangible. Es la primera vez que me pasa algo parecido.
Vamos a ver, hay empresas por las que sólo trato vía internet y no me pasa ésto: a Vistaprint le hago pedidos y en unos días aparecen los paquetitos por casa. Eso lo considero normal.
Luego al reves, hay empresas o servicios que conozco en el mundo real y con las que sólo me relaciono por internet, por ejemplo la Agencia Tributaria. Todo normal.
Pero el caso de Google es extraño para mi. Uso sus servicios, practicamente todos, pero es como una empresa inexistente. Está ahí, en internet, nada más. Si, hemos visto su unidad móvil del Street View por las calles del pueblo, pero nada más.
Supongo que es porque, salvo en esa unidad móvil, sólo había visto su logo en una pantalla de ordenador.
Luego abrí el sobre y dentro había una carta, normal, una promoción y una tarjeta tipo de crédito. Utilicé los códigos promocionales, tiré el sobre, la carta y todos los folletos pero me he guardado la tarjeta.
Creo que la guardaré de recuerdo. Un recuerdo de cuando, para mí, el mundo virtual se convirtió en real por primera vez.
Estoy en la certeza que si hubiera aparecido una carta del Twitter o del FaceBook hubiese reaccionado con la misma sorpresa, pero la primera ha sido, una vez más, Google.
Para todo hay una primera vez y para éstas cosas veo que también.
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