jueves, 10 de marzo de 2011

Mamá, prepáranos la comida.

Va a ser verdad que la crisis que estamos sufriendo empieza a afectar a todo el mundo. Poco a poco, en vez de ir para adelante parece que estamos aún peor.

Una vez más un pequeño detalle observado en mi entorno hace que ponga manos a la obra y le dedique unas líneas al asunto: los coches de mis vecinos.

Ya hace unos cuantos años que como en casa. Una suerte. Pero eso no les pasaba a algunos de mis vecinos. Salíamos todos por la mañana a nuestros destinos laborales y la calle quedaba muy vacía de coches. Todos aparcamos nuestros vehículos, como mucho, a veinte metros de nuestras casas, sin problemas de aparcamiento y claro, si nos vamos, nadie ocupa nuestros espacio.

Yo volvía a comer y siempre aparcaba delante mismo de la puerta de mi casa y mis vecinos volvían al acabar su jornada laboral, ya de noche. Siempre igual.

Ahora no.

De un tiempo a esta parte casi todos vuelven a casa a comer y a las dos de la tarde nuestra calle está llena de coches y eso dura hasta las tres, hora en que se vuelve a vaciar.

Curioso detalle.

Y eso es que los presupuestos domésticos deben estar muy menguados y no dan para muchas fiestas. Claro, siempre es más barato comer en casa. Y si es en casa de tu suegra o de tu madre, no te cuento.

Éste detalle se une a la cantidad de caras nuevas, mas o menos, que ves a la hora de recojer a los chavales en el colegio, también a las dos. Si, todo junto hace que piense que eso de apretarse el cinturón se está democratizando y ya afecta a todas las clases sociales de mi entorno.

La delincuencia también se incrementa y esa es otra cosa que unida a todo lo demás hace que mi hipótesis inicial se afiance aún más si cabe.

Un conocido mío tiene una bar de esos de gran cristalera y que para cerrar simplemente hechaba unas cortinas y cerraba con llave. Punto. Pues ayer ví que ya ha hecho poner una persiana metálica que cierra el local completamente:

- ¡Dos mil euros! ¡Si! He tenido que gastarme, estando las cosas como están, dos mil euros para evitar que me vuelvan a entrar o al menos para ponerselo más dificil. ¡Y es que ya me han entrado dos veces! ¡Ya está bien!

Eso me comentaba mientras llenabamos el deposito de nuestros respectivos vehículos, uno a cada lado del surtidor.

No hicimos más comentarios al respecto porque la situación nos llevó a otro tema: el precio de la gasolina.

Y es que nos apretan por todos lados, y creo que ya a todo el mundo.

Mmmm... como en los viejos tiempos.....

3 comentarios:

  1. Amigo, que mente creativa tienes, ya he leído varios de tus posteos, y me gusta mucho la forma que tienes de contar las cosas. Un abrazo!

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  2. recién ahora me doy cuenta que en vez de amiga te he dicho amigo! jejeje, disculpa Lucía, te cuidas!

    Damián.

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  3. Disculpado. Gracias. La verdad que el reto de escribir cada día hace que a veces los temas sean un poco flojos, pero se hace lo que se puede. Gracias, una vez más, por tu aliento. Besos.

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