lunes, 8 de noviembre de 2010

La de leche que se gasta en casa

Ya sé que no es un gran título, ni un gran tema, pero es una realidad que, día a día no deja de sorprenderme.

Somos todos muy "lecheros" y nos gusta disponer y disfrutar los diversos productos lácteos. Todos me ven en casa comerme los yogures de dos en dos, poner queso en todos los sándwiches... Incluso por las mañanas, todas y cada una de las mañanas, preparamos para todos tostadas, jamón, queso, atún, zumos de naranja y por supuesto batidos con chocolate y cafés con leche. Fenomenal festín que disfrutamos, con sueño en nuestras caras, todos juntos. Luego, entre las nueve y las nueve y media ya estamos todos cumpliendo con nuestras obligaciones, pero ese es otro asunto.

Lo de los yogures ya es espectacular puesto que, sólo yo, ya me zampo casi dos kilos a la semana y cuando se me unen los demás ya ni te cuento. Mi mínima compra es de cuatro kilos cada vez que veo el frigorífico escaso de provisiones.

Lo de los zumitos en tetrabrick para desayunos y meriendas también es digno de mención. Aquí la tropa se funde semanalmente más de veinte, unos cinco litros más o menos.

Pero es que lo de la leche no tiene igual. Caen con facilidad catorce litros cada semana. Más de diez sólo en los desayunos semanales. La sorpresa me viene por un par de circunstancias: esta semana hemos bebido todos leche entera puesto que se acabó la desnatada y que la más pequeña ya se bebe su vaso enterito como los mayores. Claro, por eso las cuentas mensuales se me han descontrolado. Acostumbrado a unos cuarenta litros de leche al mes, ahora son cincuenta. Un veinticinco por ciento más de consumo hace que la leche se agote a la velocidad del rayo.

¡Que tiempos aquellos en que un litro nos duraba dos días!¡y más!¿eh amor? Ahora ese mismo litro no me da ni para un desayuno. Como cambian las cosas.....

Y el otro aspecto es el económico... no es lo mismo cincuenta litros de leche de "marca blanca" que cincuenta litros de leche de marca reconocida. La diferencia puede ser importante incluso para llegar a fin de mes, pero ese es también otro asunto.

Mi sorpresa, insisto, surge cuando haces las cuentas mensuales de consumo y ves ese volumen tan importante de productos lácteos. Entonces es cuando, a voz en grito, exclamo:

- ¡La leche!

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