lunes, 28 de febrero de 2011

Proyecto final.... o casi

He acabado por aceptar uno de los proyectos que me ofrecieron hace unos días. Si, ya lo comenté hace unos días en mi artículo "La ventana de Dios y mi escalera mecánica" y finalmente voy a apostar por él.

¿Cómo me va a ir? Ni idea, aunque tengo muy buenas vibraciones y el respaldo de una gran empresa de comunicación nacional. Eso es una excelente baza a mi favor.

Como todo no ha de ser un sendero plano y florido he tenido la primera trifulca importante en casa, coincidiendo con uno de los meses en los que peor estamos económicamente y todo porque los gastos que me surjan serán compensados a primeros del mes que viene, sin anticipos por ese concepto.

En ese contexto, mi pareja me ha dicho que si acepto este reto me vaya de casa, que no me quiere volver a ver más.

Ella quiere que me ofrezcan un trabajo aquí, en la puerta de casa por mil trescientos euros como mínimo. Si, es un buen plan, aunque de ciencia ficción y más a mi edad, que ya rondo las cuarenta y nueve primaveras.

¿Qué he dicho yo? Pues que si eso es lo que quiere esta noche ya no vuelvo.

A ver, es un trabajo de comercial, lo mío, donde lo más lejos que tengo que ir es a cuarenta kilómetros, y me dejan hacerlo sólo por las mañanas para poder comer en casa y seguir por la tarde con mis otras cosas. He de vender, claro, pero unos gastos de doscientos euros los asumen, a mes vencido, venda o no.

No es un mal plan. Hay que currárselo pero no es un mal inicio.

La obcecación de mi pareja es tal que no quiere oír ni hablar de nada que no sea una nomina tal y como he comentado y es que si no tomo medidas nos vamos directamente a la m........ . No veo otra solución a medio plazo.

Una de las cosas que lo hacen interesante es que si cierras un contrato con un cliente lo haces para ese mes y para, como mínimo, los dos siguientes. Es decir que el duro esfuerzo de hoy se acumula al duro esfuerzo del mes siguiente, haciéndo el mismo efecto que una bola de nieve lanzada por una ladera nevada: cuanto más avanza más grande se hace. Los objetivos son relativamente asequibles y en el mes de junio tengo un contrato indefinido encima de la mesa. Vamos, eso creo.

Pero es que no puedo hablar de ello. De nada de ello. No se atiene a razones.

Pasa un tren por delante mío y tengo que cogerlo si o si. No hay opción. Le guste o no le guste.

Hacedme un hueco en vuestras casas porque me parece que a mi no me dejarán volver.

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¿Es mejor morir de pie que vivir arrodillado como dijo el Che Guevara?

Después de escribir esto y tras una descomunal discusión he tenido que claudicar. Éste tren parte sin mí..... y me invade la extraña sensación de una derrota inmerecida.

Busco un sentido a las cosas y no soy capaz de encontrarlo.

Me hundo y no encuentro nada donde agarrarme. Ni a nadie. Sólo mi soledad.

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