jueves, 10 de febrero de 2011

Vidas ejemplares

Estamos suscritos a National Geographic y este año, como el anterior, recibimos durante un tiempo el diario ABC gratuitamente. Así que durante unos días, creo que treinta, a las once de la mañana tengo la prensa en el buzón. Jejeje, como en las películas americanas.

Bueno, pues en la contraportada aparece una entrevista corta a personas, digamos, normales o mejor aún, poco populares. El otro día le tocó el turno a José Aguilar Romero.

El sorprendente personaje lleva un montón de años de conserje o recepcionista, no recuerdo exactamente, en hoteles de lujo y ha escrito un libro "Anécdotas de Hoteles", ed. Cúpula. El libro estará muy entretenido, seguro, pero lo que me ha sorprendido de José es que aunque se lo han propuesto en muchas ocasiones, nunca ha querido ascender a puestos de mayor relevancia. Dice que prefiere seguir viviendo de primera mano la relación con los clientes y seguir practicando idiomas. ¡Vaya!

El asunto tiene su miga. 

Tenemos un hombre feliz en su puesto de trabajo y con certeza eficaz para haberse mantenido años y años en él. Por supuesto debe estar adecuada o suficientemente compensado económicamente.

Ésto no cuadra con lo que se mama socialmente en la actualidad, donde lo que se "exige", en primera instancia, es el éxito personal. Nos fijamos en personas como, por ejemplo, Amancio Ortega, socio fundador de Inditex y Presidente de su Consejo y de su Comisión Ejecutiva desde su constitución en junio de 1985. Él inició su actividad de fabricación textil en 1963. En 1972 constituyó Confecciones Goa, S.A., la primera fábrica de confección de Inditex, y tres años más tarde Zara España, S.A., la primera sociedad de distribución y venta al detalle. Un hombre que, parece ser, empezó desde abajo y espejo en el que nos miramos muchos, comparando nuestras vidas.

Verdaderamente todos querriamos triunfar en esta vida y asimilamos ese triunfo al económico. ¿Quien ha triunfado más José Aguilar, el recepcionista, o Amancio Ortega, fundador del imperio Zara? Económicamente está claro, pero, ¿No es José Aguilar también un triunfador de la vida? Viéndole la cara y leyendo la entrevista yo creo que si, pero de otra forma que Amancio.

Una tercera persona aparece en éste artículo. Una tercera vida. Marta Ortega, la hija de Amancio. Ella acaba de tomar las riendas de algunas de las empresas del grupo de su padre. Seguramente ya nació con ese objetivo. Curiosamente su padre la envió a trabajar de dependienta en el año dos mil siete. Si, La heredera del hombre más rico de España y una de las diez mayores fortunas del mundo trabajaba de incógnito en Londres doblando ropa. Es lo que había querido el fundador de Zara para su hija Marta de 23 años, que comenzara desde abajo, que observara los engranajes del gigante, que supiera lo que sentían los empleados de la base. Marta, llamada a dirigir un imperio valorado ese año en diecisite mil seiscientos millones de euros (deteneos un momento a reflexionar sobre esta cantidad), la hija del presidente, trataba de pasar inadvertida en un establecimiento de Zara en el exclusivo barrio londinense de Chelsea. Era uno de los secretos mejor guardados de la empresa textil, pero resultó casi imposible escapar al escrutinio de los compañeros cuando se trataba de una persona de tal proyección en el mundo de los negocios. Luego llegaron más destinos y tras tres años parece ser que ya está aquí, una JASP, joven y preparada para su "destino".

Y ahora las preguntas que me hago. ¿Necesita Marta trabajar? Evidentemente no. ¿Podrá emular el triunfo de su padre? Evidentemente con Zara no, si consideramos el triunfo como construir y levantar un imperio desde la nada. ¿Y si realmente lo que le hace feliz, lo que llena su vida, es la "misteriosa plenitud" de José, el recepcionista voluntariamente-in-ascendente?... a lo mejor su "plenitud" personal está mas relacionad con su trabajo de dependienta que con el de presidenta.

Tres vidas. Varias formas de vivir el éxito o triunfar que dan que pensar. Lo que es cierto es que Marta podrá escoger qué vida tener, cosa que no todos pueden hacer, incluso podría crear otro imperio desde la nada con toda la tranquilidad del mundo, económica, por supuesto.

Ya ves, parece que hay varios tipos de triunfo en esta vida y que en principio nadie los tiene garantizados. Ningúno. ¿Nadie? ¿Ni Marta?

Ésta Marta sólo mira las fotos.

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