domingo, 6 de febrero de 2011

Tengo un móvil nuevo

Mi jefe me ha regalado un teléfono móvil nuevo y de este modo ya tenemos todos un móvil corporativo:

- Todo el equipo ha de estar disponible facilmente ¡No lo apagues! - me ha dicho

Y yo tengo un juguete nuevo.

Cada año voy cambiando de móvil, creo que como casi todo el mundo y es un verdadero lio. Personalmente intento no cambiar de marca para facilitarme las cosas. Simplemente intento mejorar las prestaciones del que tengo y poco más, así que mi teléfono ha de tener ya Cámara de Fotos y Video, Agenda, multiples alarmas, Bluetooth, Wifi, VideoConferencia, Radio, Tarjeta SD, Reproductor Multimedia, UMTS,.... y bueno, que haga y reciba llamadas, claro. Un chisme de mucho cuidado.

Lo que ocurre es que éste no es mío, no he tenido nunca ninguno de esta marca y además es sólo para trabajar. Con que pueda hacer y recibir llamadas y que la batería dure un montón de horas me es más que suficiente, así que todo está bien.

De todos modos, hurgando, hurgando, he descubierto que a éste se le puede hablar.

Jajaja, si. Seguro que para muchos de vosotros será algo común, pero para mi es una novedad absoluta. Le digo:

- ¡Piscina!

Y entendiendo lo que le digo, obedientemente marca el número de teléfono solicitado. ¡Sorprendente!

- ¡Muy alto!

Y ¡zas!, el volumen se pone a tope.

Es una cosa muy curiosa porque, además, sólo entiende mi voz.

¡Ya le puedo madorronear a alguien que además sólo me obedece a mi! Es algo único.

- Tu, niño, llama a tal, apágate, pon música, sube el volumen, bájalo...

jajajaja. Lo voy a volver loco, tal como soy.

Bueno, ahora llevo dos teléfonos encima. El colmo de la modernidad. No sé si vamos p'alante o p'atras. Ya son dos días organizando agendas, modificando qué y cómo sonará en cada uno de ellos, integrando éste teléfono nuevo en todos mis sistemas de gestión "mutatis mutandis". Un entretenido trabajo extra.

¿Cómo debía ser el mundo cuando no había teléfonos móviles? pensarán algún día mis hijos. Yo, para acordarme tengo casi que hacer un esfuerzo tremendo, si. Ellos no lo sabrán nunca, ni se lo podrán imaginar.

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