miércoles, 24 de noviembre de 2010

Homeopatía

Descubrí la Homeopatía cuando los médicos "alopáticos" no conseguían fortalecer las defensas de una de mis hijas que, cada quince días y durante tres meses, sufría de algo, leve, pero que la hacía no comer. Tres o cuatro días pachucha, luego se ponía bien y tras otros siete días de bonanza, ¡zas!, otra vez con fiebre.

Desde el primer momento de tratamiento por un médico homeópata unicista (hay que decirlo todo bien) todo fue por buen camino.

Para una mente analítica y científica como la mía fue un verdadero shock: la homeopatía tiene planteamientos que sobrepasan la ciencia actual. Sí, sus diluciones desde la tintura madre hasta el preparado que provoca tu curación incumplen sistemáticamente los valores del Número de Avogadro, axioma fundamental de la química moderna.

Los homeópatas insisten en decir que el agua destilada recuerda lo que ha tenido en dilucion incluso cuando la ciencia demuestra que ya ni queda ni una sola molécula del principio activo en ella. Como he dicho antes, un shock para mi neurona, vamos, porque mi hija se curaba, según la ciencia actual, la que yo había mamado y a la que creía con fe ciega, con agua. H2O y nada más.

Al contrario de lo que se pueda pensar, mi mente añadió sistemáticamente a cualquier demostración científica la palabra actual:

La química homeopática es una falsedad según la ciencia... actual.

La existencia del alma no la puede demostrar la ciencia... actual.

El espiritismo es una estafa indemostrable según la ciencia... actual

Y así hasta el infinito y más allá.

Y entonces, si hacemos caso, actualmente, a los postulados de Einstein de que "La energía no se crea ni se destruye, sólo se transforma" y los unimos a l principio homeopático expresado de la "memoria del agua":

¿Si yo pego un grito, esa energía sonora modificará el aire que respiramos y éste recordará que fue usado para gritar?¿El aire recordará, como el agua homeopática, la energía de nuestros antepasados que, sin duda, respiraron éste mismo aire?¿Y las piedras?

Ahora, circunstancialmente, las paredes que me rodean tienen más de quinientos años y respiro el mismo aire que respiraron caballeros y doncellas, reyes y reinas. Escribo mejor, pienso mejor, trabajo mejor...

Mi mente científica me dice que será el ambiente relajado.... ¿o quizás algo que la ciencia actual no puede, aún, explicar.?

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