Estoy que no quepo en mí. Tengo a Juli atareadísimo con su primer acto oficial y no quiere que falle nada de nada. Y es que me tiene loca del todo.
Él domina el asunto, que además es sencillo y no requiere demasiado de él, pero se lo toma, como siempre, como si fuera su primera vez, cual noche de bodas.
Es además el primer acto oficial de todo el proyecto y sabe que todos los ojos van a estar pendientes del mínimo error y claro, eso no lo contempla su atareadísima neurona. No es su trabajo, pero cual cirujano antes de una operación, está pendiente de todo su entorno: que si la calefacción no está probada, que si un cable aparentemente está cortocircuitado, que si una llave, que si el baño.... y así hasta mi aburrimiento.
Yo le pregunto por lo suyo y él me contesta que eso es lo de menos, que lo suyo está siempre preparado y dispuesto y la historia me confirma que es verdad, que salvo algún extraño imponderable, lo suyo estará a punto desde hace más de un mes. Le faltará quitarle el polvo a algo o pasar la escoba, pero eso siempre lo hace justo antes.
Es por eso que odia la falta de planificación y el dejar soluciones a la improvisación. Es por eso que a veces le pone nervioso no estar rodeado de catalanes y su habitual "Parlem-ne" (Hablemos de ello).
En los juegos olímpicos de Barcelona'92 él estuvo en el Control Anti-Dopaje, donde hacían controles de orina a todos los deportistas. Estaba en el equipo de escoltas que eran los que notificaban al deportista, tras su participación, que a partir de ese momento estaba bajo la supervisión y vigilancia de los de Anti-Doping y no se separaban de él hasta que entraba en la sala de Control. Aprendió su cometido en unos campeonatos del mundo junior un año antes y ya en los juegos lo destinaron a la piscina olímpica. El estaba preparado y entrenado, pero... ¡los responsables de los juegos no sabían con quien se la estaban jugando!.
- El año pasado - dijo a los responsables médicos - en mi formación, descubrí estas carencias no definidas por la organización.
Y todos se pusieron manos a la obra, él el primero. Le dieron un mando, pequeño, pero un mando y el responsable médico del control, un eminente cirujano de Barcelona, le consolidó en el cargo con unos retos que sólo Juli era capaz de llevar a buen puerto. La voz se corría por toda la instalación. A Juli venían a pedirle cualquier cosa, además de su misión: aparatos de aire acondicionado, neveras, bebidas en envase de cristal... hasta miembros del COI pidiéndole comida porque nadie les atendía por fuera de horarios...y él lo conseguía todo. Increíble, pero es así este chico.
Cuando se acabaron las competiciones en la piscina, la organización trasladó a todo el equipo de Anti-Doping, al completo, al estadio olimpico como premio a su extraordinaria labor. Hasta sus compañeros de equipo le hacían la ola:
- ¡Nos vamos al estadio, Juli!
- Pues la piscina ha sido un paseo en barca - decía a sus amigos - ¡Ya veréis ahora!
En el estadio ya fue el colmo. Una voluntaria le hacía de secretaria porque ya no daba más de sí. Conseguía los tiempos y las marcas oficiales de cada prueba antes que los propios jueces, necesitó más voluntarios y le enviaron cinco chicas de Terrassa para las que consiguió un coche con chófer para cada una de ellas, os lo juro. Todo previsto, negociado, peleado y conseguido al estilo de éste chico. Y todo entre catalanes, claro.
Al finalizar los juegos, una medalla como a todos, unas entradas para la clausura (que sorteó entre su equipo) y dos cartas, una de la organización sanitaria y otra del propio Samaranch, felicitándole. Él dice que su mejor premio fueron aquellos quince días de trabajo de sol a sol.
Cuando pregunta, inocentemente, ¿Que tienes pensado?, su neurona se pone en estado analítico y empieza a correr su maratón particular en busca de lo que puede mejorarse o fallar y él se pregunta:
- ¿Porqué aquí es tan difícil encontrar a alguien que haga lo mismo?
Él domina el asunto, que además es sencillo y no requiere demasiado de él, pero se lo toma, como siempre, como si fuera su primera vez, cual noche de bodas.
Es además el primer acto oficial de todo el proyecto y sabe que todos los ojos van a estar pendientes del mínimo error y claro, eso no lo contempla su atareadísima neurona. No es su trabajo, pero cual cirujano antes de una operación, está pendiente de todo su entorno: que si la calefacción no está probada, que si un cable aparentemente está cortocircuitado, que si una llave, que si el baño.... y así hasta mi aburrimiento.
Yo le pregunto por lo suyo y él me contesta que eso es lo de menos, que lo suyo está siempre preparado y dispuesto y la historia me confirma que es verdad, que salvo algún extraño imponderable, lo suyo estará a punto desde hace más de un mes. Le faltará quitarle el polvo a algo o pasar la escoba, pero eso siempre lo hace justo antes.
Es por eso que odia la falta de planificación y el dejar soluciones a la improvisación. Es por eso que a veces le pone nervioso no estar rodeado de catalanes y su habitual "Parlem-ne" (Hablemos de ello).
En los juegos olímpicos de Barcelona'92 él estuvo en el Control Anti-Dopaje, donde hacían controles de orina a todos los deportistas. Estaba en el equipo de escoltas que eran los que notificaban al deportista, tras su participación, que a partir de ese momento estaba bajo la supervisión y vigilancia de los de Anti-Doping y no se separaban de él hasta que entraba en la sala de Control. Aprendió su cometido en unos campeonatos del mundo junior un año antes y ya en los juegos lo destinaron a la piscina olímpica. El estaba preparado y entrenado, pero... ¡los responsables de los juegos no sabían con quien se la estaban jugando!.
- El año pasado - dijo a los responsables médicos - en mi formación, descubrí estas carencias no definidas por la organización.
Y todos se pusieron manos a la obra, él el primero. Le dieron un mando, pequeño, pero un mando y el responsable médico del control, un eminente cirujano de Barcelona, le consolidó en el cargo con unos retos que sólo Juli era capaz de llevar a buen puerto. La voz se corría por toda la instalación. A Juli venían a pedirle cualquier cosa, además de su misión: aparatos de aire acondicionado, neveras, bebidas en envase de cristal... hasta miembros del COI pidiéndole comida porque nadie les atendía por fuera de horarios...y él lo conseguía todo. Increíble, pero es así este chico.
Cuando se acabaron las competiciones en la piscina, la organización trasladó a todo el equipo de Anti-Doping, al completo, al estadio olimpico como premio a su extraordinaria labor. Hasta sus compañeros de equipo le hacían la ola:
- ¡Nos vamos al estadio, Juli!
- Pues la piscina ha sido un paseo en barca - decía a sus amigos - ¡Ya veréis ahora!
En el estadio ya fue el colmo. Una voluntaria le hacía de secretaria porque ya no daba más de sí. Conseguía los tiempos y las marcas oficiales de cada prueba antes que los propios jueces, necesitó más voluntarios y le enviaron cinco chicas de Terrassa para las que consiguió un coche con chófer para cada una de ellas, os lo juro. Todo previsto, negociado, peleado y conseguido al estilo de éste chico. Y todo entre catalanes, claro.
Al finalizar los juegos, una medalla como a todos, unas entradas para la clausura (que sorteó entre su equipo) y dos cartas, una de la organización sanitaria y otra del propio Samaranch, felicitándole. Él dice que su mejor premio fueron aquellos quince días de trabajo de sol a sol.
Cuando pregunta, inocentemente, ¿Que tienes pensado?, su neurona se pone en estado analítico y empieza a correr su maratón particular en busca de lo que puede mejorarse o fallar y él se pregunta:
- ¿Porqué aquí es tan difícil encontrar a alguien que haga lo mismo?
Aquí no pensamos tanto en qué hace y , por el contrario, hacemos más. ^Por ejemplo, yo no pierdo dos día "pensando" en colocar una alfombra, bajo, la cojo y la coloco... sin más. Somos diferentes, gracias a Dios.
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