Ayer me quedé con las ganas de hablar de mi visión adulta de la película "El viaje de Chihiro" y como no es bueno quedarse con cosas dentro pues hoy voy a hacerlo. Con permiso de mi neurona, eso sí, que a veces me deriva a artículos incluso sorprendentes para mí.
Lo primero que voy a hacer es recomendaros encarecidamente su visionado, pero con el espiritu abierto y la mente dispuesta a leer entre líneas. Es un cuento que se basa en mitos y tradiciones japonesas y eso siempre puede suponer un pequeño esfuerzo adicional.
Está en al misma línea que otras dos películas del mismo director, "El Castillo ambulante" y "La princesa Mononoke", dignas también de dedicarles un tiempo.
La verdad es que se puede, simplemente, ver y ya está. No es necesario hacer nada más que disfrutarla, lo que ocurre es que yo busqué mensajes en ella y quizás equivocadamente, los encontré. A lo mejor sólo es porque quería que fuera así y en realidad no existía ni la intención de ello en el propio Miyazaki, el director, aunque viendo otros de sus trabajos, me extraña.
De todos modos la película es como es y yo la veo como la veo y eso es lo que voy a relatar.
La primera percepción que uno tiene de Chihiro es que es una niña, con ese egoismo, torpeza e inocencia infantil. Con carácter, pero aún dependiente por completo de unos padres jóvenes, seguros de sí mismos y osados.
En un momento de su viaje hacia una nueva vida, se encuentra atrapada en otro mundo, con otras reglas, en la que va descubrir el valor del trabajo, del esfuerzo y la amistad. Chihiro descubrirá además el amor y su fuerza y el coraje. Al final de su "viaje iniciático" ya no es el alfeñique, la perezosa, la mimada y la quejica "más tonta que las piedras", como la define Yubaba en un tenso momento de la película, sinó una "pequeña mujer" decidida y madura.
Creo que merece la pena, de veras, si eres de los que te gusta que te cuenten un cuento con mensaje.
Miyazaki y sus personajes. |
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