martes, 18 de enero de 2011

Hace ventitantos que tengo veinte.

¿Hasta que punto no somos los mismos con cuarenta años que con veinte? Pues aunque en un principio parece evidente, al ir dándole vueltas a éste artículo me doy cuenta que no lo es tanto.

Veamos. En un principio parto de la base que, generalmente a esa edad, aún estamos bajo el techo e incluso bajo el "ala" de nuestros respectivos padres y eso indica claramente que aún no hemos asumido ciertos niveles de responsabilidad personal que nos serán necesarios e imprescindibles en el futuro, está claro. 

Por mucho que le doy vueltas, es la gran diferencia que encuentro, salvo el tema físico, claro.

Intento encontrar más diferencias y no las veo.

Mi curiosidad por las cosas es la misma, mis ganas de aprender están intactas, los retos me siguen incitando... y así hasta que me aburro.

Si, me miro al espejo y mi cara, mi cuerpo, no parecen los mismos, pero en mi cabeza, en mis ideas, no ha habido cambios espectaculares.

Quizás es porque me he dejado pocas cosas en el tintero y porque he ido tomando lo que el camino y la vida me iban ofreciendo, disfrutandolo todo y sintiéndome feliz de ello.

Cuando dejé los escenarios, tras muchos años de estar ahí, pensé que no podría vivir sin ellos y si, he vivido feliz y sin nostalgia. Mi cuerpo ya no me respondería ahora como antes pero eso nunca me ha agobiado. El hecho es que siempre he encontrado cosas que me han llenado lo suficiente como para no hechar en falta lo que se fue quedando por el camino.

Creía en la familia y tengo la mía.
Creía en el amor y ahora creo más.
Creía en la amistad y tampoco ha cambiado eso.
Nunca puse el dinero como un objetivo vital y sigue sin serlo.
Me gustaba la aventura y me sigue gustando.

Quizás lo que hace que mi felicidad sea completa y que no añore "mis veinte primaveras" es que no me apego a las cosas. Al menos no tanto como para sufrir con las rupturas. Eso, que a veces es algo malo, es lo que me defiende de la añoranza.

He trabajado para que las cosas que no iban bien en mi vida fueran las menos.
Sigo viviendo el hoy sin mirar atras, sólo hacia adelante y esa es también una actitud adolescente.
Era y soy una persona abierta a los cambios.

Sólo encuentro una diferencia más: que a esa edad debía buscar las cosas que debían llenar mi vida y ahora que las tengo ya no busco nada más.

Simplemente soy mayor, menos idiota y con más experiencia y todo eso me llena, de momento, de felicidad.

A lo mejor es porque nunca le he pedido a la vida muchas cosas... quizás sea porque vivir en un pueblo es otra cosa.... quizas es porque mi salud es más o menos la misma..... sea por lo que sea, afortunadamente, mi espíritu de los veinte ha llegado intacto a casi los cincuenta.

Soy la misma persona, si. ¿Qué importa lo que diga el calendario?


2 comentarios:

  1. Con tu permiso... yo sí soy completamente diferente.
    - Tengo menos paciencia, porque creo que las cosas y las personas deben evolucionar y adaptarse, a las circunstancias de la vida y a los que nos rodean. No puedo vivir ahora como cuando tenía 20 años, porque ni las circunstancias, ni las obligaciones, ni las personas que me rodean son las mismas.

    - Obviamente, mi estado físico ha cambiado (de momento sana, gracias a Dios).

    - Sigo teniendo ilusiones y ganas de mejorar, yo y mi vida. PEro mis ilusiones son radicalmente distintas a las de entonces y mis virtudes y defectos tb.

    - Puedo decir que la vida me pesa infinitamente más ahora que cuando tenía 20 años. ¿Por qué? porque tengo un trabajo, una casa, un marido, y tres hijos. Y estas resposabilidades me pesan mucho. Es una carga querida, pero una carga.

    - Yo tb creo que no me he dejado cosas en el tintero, ni puertas sin cerrar cuando he salido, pero sí creo que el camino que hago ahora es completamente diferente.
    Antes de leer tu post yo pensaba que soy la misma que cuando tenía 20 años, pero de golpe he visto que no, soy una mujer adulta con responsabilidades y con millones de ilusiones. Pero ambas, responsabilidades e ilusiones, nada tienen que ver con las de antes.
    Lo mejor es que me siento absolutamente joven porque sigo teniendo la necesidad de crecer, de cambiar las cosas, de avanzar, de mejorar, de amar y de ser amada. Soy joven porque sigo sintiendo la necesidad de beberme hasta la última gota de la vida.... con él a mi lado!!
    ------ Perdona la parrafada, pero me he embalado----
    petons

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  2. Efectivamente. Ya digo en un momento del artículo que "que aún no hemos asumido ciertos niveles de responsabilidad personal que nos serán necesarios e imprescindibles en el futuro" y eso conlleva muchos pero que muchos cambios.
    Afortunadamente no somos como cuando teníamos veinte, pero el fondo del artículo se refería más a las personas que lamentan cumplir años y que añoran sus "veintitantos".
    Quizás no lo supe desarrollar bien.
    De todos modos, estoy contigo punto por punto, puesto que expones claramente que las responsabilidades adquiridas te impiden vivir como con veinte, pero... la pregunta que pretendía exponer es: ¿Hasta que punto te lastra tu vida actual? ¿Hasta el punto de desear volver a tener veinte? Si pudieras dejarlo todo ¿lo harías?.
    Yo no añoro nada de mis veinte como para desear volver y nada de mis cuarenta y tantos me lastra como para desear tenerlos otra vez.
    Perdona si no supe epxonerlo bien y muchas gracias por tu participación.... una vez más.

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