En relación a los hijos siempre hay algo que contar. Uno ya va a quinto de primaria e inevitablamente y empezamos a pensar que el próximo año, en septiembre, ya deberá ir al instituto para iniciar la ESO. Se hace inexorablemente mayor.
Sin quererlo, ya empezamos a poner encima de la mesa las diferentes posibilidades de escolarización disponibles y a evaluar riesgos, costes y demás factores. Es muy pronto para tomar decisiones y simplemente empezamos a hablar de ello.
- Hay dos posibilidades: el Instituto del pueblo o internado en el Seminario Menor de Rozas - dice mi pareja.
- Hay que tener en cuenta sus estudios musicales, así que tenemos que pensar también en el Conservatorio - digo yo
Que sí, que no, que si, que no...
- Mira - le digo - le gusta el Seminario por que le gusta la Iglesia y porque internado cree que su vida será como la de Harry Potter, una aventura lejos de sus padres, pero si le preguntamos verás cómo, al menos, duda.
- Que no, que tiene muy claro lo del Seminario.
- Que te equivocas, que verás como yo tengo razón.
Al final, casi una apuesta:
- Le preguntamos y salimos de dudas.
- Vale. Verás como gano yo.
Hoy después de comer en casa de mi suegra y mientras preparábamos los cafés se lo he recordado. Mi suegra también ha dado su opinión y ha hecho también su apuesta. Así que hemos salido de la cocina y en medio del salón, los tres, hemos solicitado la opinión del muchacho:
Su respuesta, sin dudar ni un sólo segundo:
- ¿Yo? ¡Al Conservatorio!
He levantado mi cabeza con altivez mientras que los demás, con cierta sorpresa, se iban alejando.
- Pues no sé.... ¡No te digo lo que nos puede costar eso!.
Y es que estamos a sesenta kilómetros de Conservatorio más cercano. Ya ves, sin quererlo, todo puede complicarse de forma imprevisible ¡coñe!
No Harry, el Seminario Menor de Rozas no es Howarts. |
Apuesto por el seminario, lo veo más accesible
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