Más de una vez me sorprendo pensando en el día de mi muerte, en el día que deje de existir en esta forma humana por la que ahora me conocéis y pase a ser ese otro yo espiritual en el que creo que todos nos convertimos.
Ni me asusta ni me abruma. Me lo planteo como otro viaje más, sin retorno, pero un nuevo viaje al fin.
Tampoco me preocupa aunque he de reconocer que es una ruptura tan brutal con tu vida actual que me gustaría me llegara habiendo visto ciertas cosas que aún no han ocurrido y que tardarán, como las referidas a mi prole y su futuro.
Y es que maduré hace muchos años. Dejé de considerarme algo fundamental e imprescindible para alguien o para algo. Simplemente estoy aquí de paso. Para que mi alma crezca y espere pacientemente su metamorfosis. Nada más.
Es más, he descubierto que no hay nada importante en esta vida que tenga más de cuatro o cinco letras, si no os lo creéis comprobadlo vosotros mismos. Y si, alguna de esas cosas se vendrá conmigo en ese viaje final, con lo cual, se podría decir que siempre tengo la maleta preparada. Sin prisa alguna, claro.
Eliza Dolittle (Audrey Hepburn), le canta al profesor Higgins (Rex Harrison) en My Fair Lady la síntesis de lo que pienso, aunque para ella es un canto a su recién conseguida independencia:
La primavera llegará sin ti cada año,
Inglaterra seguirá existiendo sin ti,
los árboles darán fruto y el mar tendrá orilla.
Sin ti habrá te con pastas.
El arte y la música prosperarán sin ti,
de alguna manera, Keats sobrevivirá sin ti,
y lloverá en Sevilla y seguirá siendo una maravilla.
Hasta eso permanecerá sin ti.
Puedo seguir sin ti.
Tú, querido amigo,
que hablas tan bien,
puedes irte a Hartford, Hereford y Hampshire.
Pueden gobernar el país sin ti,
el castillo de Windsor seguirá allí, sin ti,
y sin muchos problemas, todos podemos arreglárnoslas,
Sin ti.
----
La marea viene sin que la empujes.
La tierra gira sin que tu le des vueltas.
Las nubes pasan sin tu impulso.
Si todos pueden seguir sin ti, cielo, yo también.
No me sentiré sola sin ti.
Puedo vivir sin ti.
¡Vuelve a tu caracol! me las apaño muy bien, sin ti.
Bonito resumen de lo insignificantes que somos. Una vez tienes asumido esto el resto sale sólo. ¿O sois de los que pensáis otra cosa?
Ni me asusta ni me abruma. Me lo planteo como otro viaje más, sin retorno, pero un nuevo viaje al fin.
Tampoco me preocupa aunque he de reconocer que es una ruptura tan brutal con tu vida actual que me gustaría me llegara habiendo visto ciertas cosas que aún no han ocurrido y que tardarán, como las referidas a mi prole y su futuro.
Y es que maduré hace muchos años. Dejé de considerarme algo fundamental e imprescindible para alguien o para algo. Simplemente estoy aquí de paso. Para que mi alma crezca y espere pacientemente su metamorfosis. Nada más.
Es más, he descubierto que no hay nada importante en esta vida que tenga más de cuatro o cinco letras, si no os lo creéis comprobadlo vosotros mismos. Y si, alguna de esas cosas se vendrá conmigo en ese viaje final, con lo cual, se podría decir que siempre tengo la maleta preparada. Sin prisa alguna, claro.
Eliza Dolittle (Audrey Hepburn), le canta al profesor Higgins (Rex Harrison) en My Fair Lady la síntesis de lo que pienso, aunque para ella es un canto a su recién conseguida independencia:
La primavera llegará sin ti cada año,
Inglaterra seguirá existiendo sin ti,
los árboles darán fruto y el mar tendrá orilla.
Sin ti habrá te con pastas.
El arte y la música prosperarán sin ti,
de alguna manera, Keats sobrevivirá sin ti,
y lloverá en Sevilla y seguirá siendo una maravilla.
Hasta eso permanecerá sin ti.
Puedo seguir sin ti.
Tú, querido amigo,
que hablas tan bien,
puedes irte a Hartford, Hereford y Hampshire.
Pueden gobernar el país sin ti,
el castillo de Windsor seguirá allí, sin ti,
y sin muchos problemas, todos podemos arreglárnoslas,
Sin ti.
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La marea viene sin que la empujes.
La tierra gira sin que tu le des vueltas.
Las nubes pasan sin tu impulso.
Si todos pueden seguir sin ti, cielo, yo también.
No me sentiré sola sin ti.
Puedo vivir sin ti.
¡Vuelve a tu caracol! me las apaño muy bien, sin ti.
Bonito resumen de lo insignificantes que somos. Una vez tienes asumido esto el resto sale sólo. ¿O sois de los que pensáis otra cosa?
El camino hacia la luz nadie dice que sea cuesta abajo. |
Efectivamente todo seguirá en su sitio sin tí, el mar, el aire, el sol...pero nada será lo mismo sin tí .. al menos para mí.
ResponderEliminarDemasiado insignificantes somos, hasta el planeta donde vivimos, inmerso en este vasto espacio llamado universo...
ResponderEliminarDamián.
Si, pero cada vez más todos queremos destacar y ser algo fundamental para este mundo. Y no. Simplemente estamos de paso en pos de nuestra madurez personal.
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